Monday, April 25, 2011

Horarios.

Esto es un pasaje que escribi. Nada serio.


07:45 am:


Aló. Oye te llamaba para decirte que no voy a poder acompañarte hoy día a comprar tu cámara. Lo que pasa es que tengo que ir a la universidad hoy en la mañana. Chao. Te llamaba para eso, para que no me esperaras en balde. Lorenzo.



08:30 am:



Aimee se despertó. Su ojo izquierdo le temblaba levemente y el bostezo le inundaba la gesticulación facial. Destapo holgazanamente su cuerpo de las sabanas que la cubrían. Saboreo la amarga saliva matutina que la enfermaba y cogió el celular que se hallaba al lado de su almohada. 04/03/2011 mostraba el aparato. Tenía una llamada perdida, no le presto importancia en el momento y dejo el celular en el mismo lugar de donde lo había cogido y salto de la cama.


Camino desde su habitación hasta el baño familiar, cuando penetro por la puerta se dio cuenta de la absoluta evidencia que dejaron los dos niños americanos que cuidaba de lunes a viernes (días y semanas que eran infinitos en su mundo, y del cual escapaba todos los fin de semanas que podía). Se miró en el espejo y se dio cuenta que sus veinticuatro años – vestida de esa forma- no se reflejaban. Se observó en el espejo más detenidamente y se percató de que sus ojeras, lagañas y mucosidades de recién despertada la ponían de mal humor. Odiaba todo lo que tenía que ver con los fluidos y desperdicios de su cuerpo. Su mente infantil le hacía querer solo el romanticismo de las cosas, incluida ella misma. Empezó a quitarse el pijama poco a poco, observándose parte por parte, zona por zona, como si el proceso de desvestirse fuera un estudio particular interno y externo.


El agua caliente la quemó, - ¡merde!- exclamo. Y de repente el agua le resbalaba por el cuerpo desnudo impregnándose en sus poros más secretos. Ya no le quemaba, ni le ardía, solo escurría activa e interminablemente como una blanca y eterna cascada.




09:00 am:



No pudo dormir más después del mensaje que le mando a Aimee, el sueño se le fue de la cabeza y su despertar fue rotundo. Prendió el computador como cada mañana y reviso su Facebook y su E-mail. Hizo su cama y se preparó el desayuno. Al sentarse escucho que su celular vibraba, lo cogió y vio el nombre Aimee con un signo de “llamado”. Le cortó, estaba comiendo y quería seguir haciéndolo, tampoco quería contestar la llamada por cuestiones de seguridad. Prefería el llamar a las personas, en especial cuando tenía algo que decirles. Pensaba que al llamarlos, tenía la seguridad del que da las buenas nuevas.


- ¿Aló?



08:58 am:



Amiee escuchó atentamente el mensaje de voz que antes había ignorado. Era una mala nueva, Lorenzo no la iba acompañar a comprar su cámara. Bebió un vaso de leche y se marchó, al salir sintió la congelante briza del invierno de New York, blanco en ese entonces, por la nieve que caía como pequeñas lágrimas blancas. Mientras caminaba por la calle congelada, esquivando las montañas de agua petrificada, saco de su cartera el celular y marco el número de su amigo pero nadie respondió. Y siguió su camino a la estación de trenes que la llevaría a la isla de Manhattan.




09:07 am:



Limpio la meza y lavo los platos y las tazas sucias y cogió otra vez el celular para llamar a Amiee, presiono la tecla de llamado y el aparato empezó a dar la señal .


-¿Aló?


- Hola, ¿Cómo estás? Contesto en un castellano acentuado.


- Aquí. Oye, ¿escuchaste el mensaje que te deje?


- Sí. ¿Tienes clases muy temprano?


- Sí, aparte no puedo perder mi bus, o si no llego tarde.


- Okay, pero nos vemos hoy a la noche ¿no?


- ¡Claro! Hoy salgo a las tres de la tarde de clases, así que cuando salga te llamo y nos ponemos de acuerdo para ver donde nos juntamos ¿okay?


- ¡Perfecto!, entonces te veo a la noche. ¡Bye!


- ¡Bye!


No era cierto, no tenía clases. Esa mañana después de hablar con Amiee se fue a duchar y tuvo un día tranquilo, aun así se sentía nervioso por la junta que debía organizar con su amiga por la tarde, pero era temprano y por lo menos tenían que pasar nueve horas para ese momento. Algo se le tendría que ocurrir.



09:13 am:



El tren seguía su camino. Eran cuarenta y cinco minutos de viaje desde Long Island hasta Manhattan, cuarenta y cinco minutos que pasaría leyendo o durmiendo, o simplemente pensando en su nueva cámara profesional.


El aire acondicionado era sofocante y le producía un sueño pesado, como si se hubiera acostado muy cansada un día sábado después de atender a una fiesta. Generalmente cuando dormía en la transportación pública tenia sueños muy malos y lo peor era que se acordaba muy vívidamente de cada uno de ellos, cosa extraña ya que eso no le pasaba cuando dormía plácidamente en su cama. Esa mañana soñó que caminaba de manera eterna por una calle oscura, donde se veía muy claramente el final pero nunca lo conseguia.

Sunday, April 10, 2011

El Ciego.

Yo soy una persona súper sensible. Me acuerdo de todo, de todos y a veces de lo que no me tengo que acordar. Tengo memoria fotográfica y capacidades de dibujo. Soy un gráfico. En cambio mi amigo era ciego y para que decir si tenía tacto. Nada, cero, era un invalido aunque no le importaba mucho el sentir o el ver cosas o lugares. Era su estado natural me decía, así había nacido y así iba a seguir pero no estaba ni ahí con eso, era ciego ¿y qué wea? No sentía na’ ¿y qué wea?. No se amargaba la vida total tenia buena imaginación. Así era mejor me decía, así no recordaba ningún camino ni paisaje, ninguna ciudad, ni riachuelo picante. Eso sí, se tropezaba en todas partes porque no le gustaba andar con ese palo para ciegos que no me acuerdo como se llaman. Él era ciego y si tenía que caerse se iba a caer como uno.


Una vez me acuerdo que le dije: Oye Mauro, contigo no puedo hablar de nada que me guste, aparte no sabis ni leer, ni podis ver tele porque no vei ninguna wea. A demás no te gusta hablar de Chile y me dijo no, yo no me acuerdo de Chile, ni del 73 ni del 18 ni del 21, ni de Valparaíso ni de los asados ni de nada.